Con un uso generalizado y miles de dispositivos instalados en diferentes países, la tecnología tecar se emplea en numerosos entornos para ayudar y controlar los procesos inflamatorios y reparadores del cuerpo, especialmente en relación con la recuperación post-accidente y post-quirúrgica. También goza de amplia aplicación en el tratamiento de patologías musculares y osteoarticulares crónicas como una herramienta para aliviar el dolor y proporcionar una mejor calidad funcional para los pacientes.
En algunos centros europeos, incluso se utiliza dentro de protocolos terapéuticos para controlar las alteraciones funcionales causadas por la enfermedad de Parkinson, la distrofia muscular y otras patologías relacionadas con el sistema autoinmune.
Más allá de los cientos de casos clínicos descritos y reportados por hospitales y clínicas, numerosas publicaciones han encontrado que la estimulación eléctrica ayuda a aumentar el flujo sanguíneo, mejora la elasticidad del tejido dañado y reduce el edema. A nivel celular, la estimulación eléctrica afecta la adhesión, la orientación y la migración, así como en la regulación de los procesos morfológicos y fenotípicos implicados en la diferenciación y proliferación de diferentes tipos de células madre.
La versatilidad de la tecnología también se ha prestado especialmente bien para la creación de nuevos protocolos en entornos deportivos, tanto para los atletas durante sus carreras profesionales como para el mantenimiento del cuerpo después de su retiro.